22 de marzo de 2012


Las cosas necesitan su tiempo... pero ¿cuánto?

Desde antes de 1911 las reivindicaciones asociadas al 8 de Marzo se han movido en el calendario, han recortado su nombre y modernizado su <leyenda>; Aún así, el Día Internacional de la Mujer mantiene sus principios intactos y sus reivindicaciones firmes, ajenas al paso de los años e infatigables ante la desesperanza de ver como el tiempo no ha conseguido más que aflojar las cadenas de una desigualdad que aún en 2012 condena, limita y agrede a media humanidad.

En el mundo real el camino hacia el respeto, la tolerancia y la igualdad es duro y repetitivo, tiene curvas, decenas de subidas y bajadas, tiene baches y parches. Visibilizar la meta ha sido la ambición de grandes personas; gente de todas partes que mediante las reivindicaciones de una clase obrera sometida, derribaron fronteras y consolidaron derechos logrando -en plena revolución industrial- que se reconociera a la mujer como una “ciudadana más”.


El derecho al voto, a opinar, a estudiar, a trabajar, a comprar y a tener un bien en propiedad; el derecho de amar, de sentir y de crear; la oportunidad de demostrar, de ejercer y dirigir son derechos que la sociedad valora de manera distinta según se trate de él o de ella. Un ejemplo sencillo, una realidad manifestada en las condiciones laborales de unos y otras; el empleo vinculado a la industria, -basado en el comercio, en la producción de lo material- a este tipo de empleo le damos un valor económico y social muy superior al de la productividad de unas mujeres que cuidan de mayores, menores y enfermos.   

La historia se escribe para que las generaciones del futuro no olviden las batallas y las luchas del pasado; así, los libros recogen en millones de palabras el testimonio de una revolución que pretendía quitarnos del camino, esas piedras con las que tropezamos reiteradamente. El legado de la lucha obrera es nuestro, somos nosotros y nosotras -todos y todas a una- quienes hemos de lanzar a la orilla del sendero esos lastres que nos impiden progresar como sociedad; hay que asegurarse no sólo de dejarlos detrás, sino que en el camino -junto a las demás injusticias- se queden las neandertales, antisociales, los intereses personales, el poder discriminatorio del capital y el patriarcal.

Las mujeres cargadas con sus propios problemas han humanizado a la sociedad, la han cuidado, educado, respetado, entendido y apoyado. Ellas siempre serán esas madres por las que dar la vida, esas hermanas con las que compartir mil sonrisas, esas amigas que estaban, están y estarán; Aún con todo ello y más, las mujeres siempre han sido las principales candidatas para sufrir la discriminación, la exclusión social y la violencia machista.

Esto no se para solo, no se acaba con ello simplemente negando que pasa; es una realidad con rostro de mujer pero que necesita de las voces masculinas, de la comprensión y el valor de la sociedad, del respeto y la veracidad de la clase política, de la educación recibida y los principios heredados. Nunca se dijo que acabar con esto fuera fácil pero es ahora -cuando las medidas del gobierno sitúan, fundamentalmente, a las mujeres en la pobreza y en la exclusión- cuando sobran las diferencias. Afiancemos ese discurso positivo que denuncia y reconoce que las cosas para las mujeres, con crisis o sin crisis no avanzan lo suficiente para poder decir que en este aspecto, tendemos a ser una sociedad más democrática, justa e igualitaria.


Tomatito Cherry.

2 comentarios:

  1. Está más que claro y demostrado que para adquirir derechos hay que luchar. La libertad se conquista, nunca es una dádiva generosa de quienes ostenten el poder en cada momento. Juntas, juntos, podemos. Ana Alonso

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  2. Me ha encantado éste post. Estoy convencida de que a la igualdad se llegará desde un profundo respeto hacia el ser humano. Sin esa condición no es posible ponerse en el lugar de los demás y actuar en consecuencia. Y si , como dice Ana, yo también estoy convencida de que no es, y no va a ser gratis, de que hay que seguir reivindicando y trabajando para y por ello.
    Un abrazo.

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