16 de enero de 2012

LA LUCHA POR LA IGUALDAD ES UNA CONSTANTE LUCHA PARA REIVINDICAR UN DERECHO SOCIAL.

Desde que una mujer llegaba al mundo y a lo largo de toda su vida, era instruida para ser la perfecta “esposa” o lo que hoy es lo mismo, la perfecta “esclava”. Una paciente labor perfeccionada a lo largo de la historia por el patriarcado -que nos son más que un montón de señores cómo los que hoy, desgraciadamente, siguen dirigiendo nuestro mundo con mentalidad de neandertal- una labor, cómo decía, implantada con tiranía, con opresión, con dictadura; que logró anular a base de imponer el miedo, a la mitad de la población mundial, a su semejante, a las únicas personas con el “don” de la concepción…

Nuestras abuelas ansiaban contraer matrimonio porque era la única aspiración que se les permitía tener, sin ser conscientes de que esa única labor tendría que durar toda la vida (siempre según la Ley patriarcal). Hoy, visto así, podemos hasta llamar afortunadas a aquellas mujeres que vivieron sometidas pero no apaleadas porque desde el primer instante del matrimonio, el amor y los sentimientos que han de unir a dos personas, quedaban en un segundo plano: Él, es un señor desde siempre, Ella, dejaba de ser Señorita para ser la Señora dé, un titulo que ocultaba el robo de su identidad convirtiéndolas en una propiedad.
Como mujer solo tenías un deber que no era otro que el de obedecer. La verdad es que la historia un poco “maquillada”, hoy nos hace hasta gracia; La guía del 53 es un ejemplo de la buena esposa, un ejemplo de cómo la sociedad trataba y valoraba a la mujer. Lo hacía con mandamientos como el de “ten lista la cena ó luce hermosa, se dulce e interesante y arregla tu casa, tus cosas no son importantes y las suyas si…” Mientras a una mujer se le valorara según como cocinara, hiciera la casa, se maquillara o colocara las zapatillas… a nadie se le ocurriría tenerla en cuenta para tomar decisiones políticas a través del voto, la medicina, educación (porque eran cuidadoras pero no educadoras). La mujer era útil si, pero para limpiar y tragar con toda la “mierda” de su casa.

Afortunadamente siempre hubo personas adelantadas a su tiempo capaces de ver más allá de las diferencias físicas entre hombres y mujeres, por lo que podemos decir que se han cambiado las tornas: la sociedad ha dado un giro positivo. Hoy en día la igualdad ya se percibe en la calle, en las conversaciones del bar, en las puertas del colegio… el respeto por las personas es visible entre la gente, aunque claro está, aún no es suficiente. La apatía se refleja en la participación; falta toda esa gente que con su actitud diaria contribuye a hacer una sociedad igualitaria sin ser incluso consciente de ello. Esas personas sois muchas, muchísimas más de las que se podrían visibilizar en la plaza de cualquier ayuntamiento pero a las que de forma individual no se os ve, no se os oye, no se os siente…  

En cambio, cada 8 de Marzo, 25 de Noviembre, o cada vez que asesinan a una mujer, si se oyen los debates sociales de la “mala minoría” que se centran en argumentos sin sentido intentando reducir nuestra lucha a un problema banal: 200 hombres por 200 mujeres en una fábrica, 50 hombres por 50 mujeres en el super… y nada más lejos de la realidad. No hablan del examen de la mujer para acceder al puesto, de la puntuación o de las condiciones físicas reales porque saben que ser hombre no es garantía de un físico fuerte cómo ser mujer no garantiza más inteligencia. Hablemos de la verdadera causa discriminatoria: el coste económico que sería adaptar las taquillas, el vestuario o el WC…

La base de la igualdad son los derechos humanos, empezando por ahí, la igualdad que necesitamos es económica, laboral, social, sanitaria… pero de toda la población mundial, sin dejar jamás a nadie por el camino. Conseguirlo empieza por respetar y defender cualquier discriminación ilógica y no apoyar o dar continuidad a un discurso incoherente e intolerante que lo único que pretende ocultar es el negocio económico del interesado. Flaco favor hacemos a la sociedad si no somos capaces de defender una realidad: las mujeres y los hombres tenemos un único billete de tren, el viaje nos lleva al mismo sitio…

Tomatito Cherry

1 comentario:

  1. El patriarcado es resistente, muy muy antiguo, que ha cambiado algo las formas en los lugares del mundo en los que la democracia y la conquista de los derechos civiles dejan en evidencia la desigualdad y la injusticia que ello supone. Y es una ideología dominante en todo el mundo y en aquellos otros lugares, a los que la democracia no ha llegado, las mujeres padecen una doble, triple o múltiple explotación. La lucha por la igualdad no tiene fronteras ni fecha en el calendario. Ana Alonso.

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