Cuando han
empezado a salir en prensa las reformas que el Ministerio de Justicia plantea,
me ha venido a la memoria dos mujeres republicanas: Dolores Ibárruri, que denominaba a sus
compañeras de prisión, principalmente prostitutas, como “presas sociales” (en
contraposición a ella misma como “presa política”) y
Victoria Kent, que en 1931 emprendió la Reforma de las Prisiones y, fue la primera mujer que ocupó el cargo de Directora
de Prisiones.
Aquí nos
limitaremos a realizar una síntesis, brevísima, de la reforma penitenciaria
impulsada por la segunda.
A Victoria
Kent se la recuerda sobre todo por su, nada acertada, oposición al voto
femenino. Sin embargo, inició una
reforma estructural profunda del sistema penitenciario español, basándose
en los modelos de Suecia y Noruega.
Convencida de
que las cárceles eran “centros de
deformación humana”, e inspirada en
la “teoría
de la responsabilidad social”, según la cual es la desigualdad
social el agente propulsor de la delincuencia, y corresponde, por tanto, a la sociedad la responsabilidad de su
reeducación y reinserción como miembros útiles de ésta , inicia una amplia
modificación legislativa.
Sus políticas
transformadoras se orientaron en tres aspectos:
1.
Los derechos civiles de la
población reclusa.
2.
La dignificación de la vida
en las cárceles.
3.
La profesionalización del
personal de prisiones.
Para el
desarrollo de los derechos civiles
estableció disposiciones legales como: la libertad de culto, los buzones de sugerencias
para los presos y presas, la entrada libre de periódicos, los talleres de de formación, la celebración
de conferencias y conciertos,… Y,
quizás las más importantes:
ü
La liberación de todo
preso/a, fuese cual fuese su delito, a la edad de 70 años.
ü
El establecimiento de
permisos por motivos familiares, condicionados a la conducta del/la recluso/a.
ü
El permiso para las madres
reclusas, con hijos/as menores de 3
años, de que éstos permaneciesen con ellas.
Con estas medidas Victoria Kent elimina el carácter punitivo de
las cárceles, el sistema carcelario no será una “tumba” para la población
reclusa.