28 de abril de 2012

A

Ayer, 27 de Abril, se han entregado las insignias de oro y plata que la Fundación 1º de Mayo. de UGT Asturias, concede cada año el último viernes de Abril. En ésta ocasión, la de oro recayó en el sindicalismo de clase, CCOO y UGT han sido reconocidos en su aportación fundamental a la democracia, la conquista de las libertades y la defensa de los derechos laborales y sociales. Hubo audiovisuales y discursos en un acto de camaradería al que asistieron Toxo y Méndez representando a ambas organizaciones y contó también con la presencia de Nicolás Redondo y se invocó la memoria de Marcelino Camacho.   
Y pocas ocasiones, demasiado pocas, se nos nombró a las mujeres. La mayoría de las veces se habló de compañeros, de vosotros y nosotros, de ciudadanos, de trabajadores (incluso las compañeras de la sección sindical de Lacera de UGT, empresa de limpieza altamente feminizadas, decían compañeros y trabajadores ...) Tal vez tenga yo el oído adiestrado y el lenguaje amaestrado y por eso reconozco que si, que cuesta trabajo, que no es fácil, que hay que ponerle empeño, atención e intención pero a mi, qué bien me suena compañeros y compañeras, amigos y amigas... aunque se desdoble, aunque se alarguen las frases... ¿cuántas veces escuchamos discursos repetitivos en los conceptos e ideas? 
Y aún así, con todo, me quedo con la frase que una compañera, de enseñanza de CCOO de Asturias, dice ante la cámara de video en el audiovisual: como afiliada, como trabajadora y como mujer,  CCOO me representa. Y es cierto.


La construcción del sindicalismo de clase ligada al movimiento obrero (industrial, minero, masculino), en y desde la España del franquismo y su "liberemos a las mujeres del taller y la fábrica", conforma un sindicato de hombres, para trabajadores hombres... ¿y las mujeres?
En 1978 se crearon las secretarías de la mujer, a la vez que se fundó el sindicato CCOO, lo que significó que las mujeres tuvieron peso e influencia, y que hombres, con Marcelino Camacho a la cabeza, apoyaron ya desde sus inicios que CCOO fuera un sindicato de hombres y también de mujeres.
La trayectoria de CCOO transitando por los caminos del feminismo es innegable, aún con dificultades, incomprensiones y a veces claras oposiciones, es el sindicato que mejor representa a las trabajadoras. Porque en eso se han empeñado muchas mujeres y muchos hombres, desde sus inicios, en enarbolar la bandera de las reivindicaciones de género, también en la lucha sindical. 
Por eso, y a pesar de eso, me fastidia que no se nos nombre, pero aún hay cosas peores. Aún perviven, en todos los ámbitos y también en el sindical, actitudes sexistas, alardes de supuesta supremacía intelectual, desconfianza hacia nuestro compromiso, pobre valoración de nuestros méritos, despliegue del catálogo de las grandísimas dificultades que encontraremos en nuestro camino y terribles advertencias cuando no nos arredramos, dudas sobre nuestra resistencia a las adversidades, los falsos apelativos cariñosos y diminutivos, el tono de voz, el escrutinio personal, la intimidación, la expulsión del espacio físico, la agresividad en las formas... ¿qué ye, que hay que tratarnos como muñecas? No. Lo que queremos es respeto, que se nos nombre, que se nos reconozca, que se nos anime y aliente, que se valore nuestro trabajo porque, además de tener igual valor, en demasiadas ocasiones, militar en un partido, sindicato, o cualquier otra organización de compromiso social, a las mujeres, nos ha costado muchas más renuncias que a los hombres. Y aquí estamos, aquí seguimos y aquí seguimos empeñadas en ser más. Más en cantidad, en calidad y en visibilidad.
En la lucha, con A, compañera, nos encontraremos.
                                                          Frambuesa.
Por cierto... en la Mesa General de la Junta del Principado de Asturias, recién constituída no hay ni una sola mujer...

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