26 de febrero de 2012

Ya estamos con lo de la igualdad...!!!

Ya estamos con lo de la igualdad. Si es que las tías siempre con lo mismo, ya cansan. Si por mi fuera, no habría ni una trabajando a mi alrededor... Bueno, igual alguna. Una buena hembra que le alegre la vista a uno, eso vale, que siempre está bien ojear un escote...

No como la Aranchita, la lista, que es una antipática y ni tiene culo ni nada. Eso sí, cada vez que viene se  nos presenta bien uniformada, su chalequito amarillo, buenas botas, los guantes de cabritilla, no como los que me dan a mi, de lona, y el casquito blanco. Eso, que se note bien que ella es jefa.
Y además, la tipa ésta se presenta con su coche... un cochazo encima, que no sé para qué querrá ella una máquina como esa, que no sabrá ni qué hacer con tantos caballos... Y se baja y allí en medio, para que la vean bien todos, se cambia los zapatitos de tafilete, que con esos no se puede andar por el tajo,  se coloca el chalequito, la mochilita que siempre lleva, la carpetita y ¡ale! ¡a incordiar al personal! Total, eso es lo que tiene que hacer, incordiar, porque como es no se qué de prevención pues anda por ahí a pillar al personal.
El otro día ya la vi cuando llegaba, así que era cuestión de tiempo encontrármela en algún sitio... y ya me estaba mosqueando, porque es algo que me toca las narices, que me anden controlando el curro, como si no supiera yo de sobra lo que hay que hacer, para que venga ahora una niñata a decirme lo que tengo que hacer.
_ ¡Oye Puras! _ me dijo caminando hacia mi _ para usar el esmeril ponte gafas.
¡Gafas! para hacer esto ¿gafas? ¡si esto lo hago yo con los ojos cerrados! y total...
_ Nada, Jefa _ contesté _ es un momentín, tengo que afilar la punta de esta broca _ y sonreí mientras mi mano agarrando la broca bajó lentamente hasta mi bajo vientre, osea, mis partes pudendas... Nada, una bromita. Pero la puñetera de ella me echó una risa torcida y dijo enérgicamente: _ ¡Ponte las gafas!
Y siguió su camino.


¡Vaya con la Aranchita! ¡Vaya humos que se gasta! ¡Como si supiera algo de lo que dice! " Puras, para usar el esmeril ponte gafas" Esta juventud se piensa que por estudiar mucho y sacar una carrera ya lo saben todo, y no. Una cosa es la teoría y otra la práctica. Y la Aranchita, peor todavía, que a saber qué  hizo para aprobar todo...
Y para más cachondeo, el Melenas fué testigo de todo, y estuvo un rato metiéndose conmigo, que si la nena me había acojonado, que si vaya bronca que me echó... y yo ahí, aguantando el tipo, que para eso me llaman el Puras... de Pura Sangre, mi nombre de guerra.
El caso es que al rato, vuelve la Aranchita y con todo el recochineo del mundo me dice: _A ver, Puras ¿me enseñas la broca, a ver qué tal está la punta? _ y lo dijo así, con todo el descaro, que no sé cómo se atreve, es porque no me conoce, que yo a mi señora Marisa no le falto yo al respeto por nada del mundo.
Y le di la broca que había afilado. Va, la mira, me mira y me dice: _¿a ésto le llamas tú afilar una broca? Pues como todo lo hagas igual no sé qué tal se te dará retejar...
¡No te fastidia, la tía! Retejar. ¡Que ha puesto en duda mi hombría! ¡A mi! ¡Qué le pregunte a mi señora Marisa, o mejor, que le pregunte a su madre! ¡a ver si estoy o no estoy para retejar y lo que haga falta!
_ A ver cuquina _ le dije _ tú de ésto no entiendes. Esta broca es de carbono y hay que afilarla cada poco, así que ¿qué me vas a contar que yo no sepa? Habré afilado yo miles. Mejor sigues mirando por ahí otras cosas porque aquí donde estoy yo está todo controlado.
Se me quedó mirando tan fijamente que daba miedo, parecía una bruja con esos ojos de loca... Se sacó unas gafas de la mochila, se las colocó, puso en marcha el esmeril, me arrancó la broca de la mano y la empezó a afilar. Por aquí, por allá, un toque aquí, otro allá...  apagó la máquina y se me vino encima con la broca en la mano ante mis ojos y me dice, con mala leche _ ¡Aprende! _ y tiró la broca encima del banco de trabajo y se piró.
El Melenas se hizo con la broca en un visto y no visto y comprobó con un medidor el ángulo de la punta: la broca estaba afilada de libro, perfecta.
Y bueno, pues vale, reconozco que la nena sabe afilar brocas, pero no deja de ser una prepotente y una soberbia, que siempre tiene que demostrar lo mucho que sabe de todo y que no hay quien se la pegue... Y luego dicen que tiene que haber más mujeres, desde que empezaron con lo de la igualdad... ¡Y cada vez hay más! y se empeñan en trabajar en ésto, que no es lo suyo, digan lo que digan, no es un trabajo para mujeres, que al final siempre hay que ayudarlas en todo, y terminamos haciendo  el curro de ellas y el nuestro... ¡Que no! Si por mi fuera no habría ni una. Y la culpa de todo lo tiene el rollo ese de la igualdad... 

Y desde ese día, me llaman El Afilador.
Foto: "Iana".

3 comentarios:

  1. Me ha encantado. Muy bueno.
    Y doy fe de que no puede ser más gráfico y reflejar la realidad...
    Menos mal que los tiempos van cambiando y por suerte los pocos que aún quedan así van aceptando a sus compañeras...
    Felicidades para quien lo ha escrito!!

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  2. Gracias a "ese rollo de la igualdad" muchas mujeres acceden a puestos de trabajo con mejores remuneraciones y más estables, propios del sector industrial que es un sector muy masculinizado. Y gracias también a "ese rollo de la igualdad" muchos hombres pueden comprobar que las mujeres estamos capacitadas para cualquier trabajo con la debida formación y atención a la prevención de riesgos en el puesto de trabajo. Y gracias a "ese rollo de la igualdad" hombres y mujeres nos vamos considerando de igual a igual con respeto y reconocimiento mutuos. Ana Alonso.

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  3. Me encanta! una realidad de sobra conocida y casi nada reconocida... espero leer muchas más historias así.

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