Ya estamos con lo de la igualdad. Si es que las tías siempre con lo mismo, ya cansan. Si por mi fuera, no habría ni una trabajando a mi alrededor... Bueno, igual alguna. Una buena hembra que le alegre la vista a uno, eso vale, que siempre está bien ojear un escote...
No como la Aranchita, la lista, que es una antipática y ni tiene culo ni nada. Eso sí, cada vez que viene se nos presenta bien uniformada, su chalequito amarillo, buenas botas, los guantes de cabritilla, no como los que me dan a mi, de lona, y el casquito blanco. Eso, que se note bien que ella es jefa.
Y además, la tipa ésta se presenta con su coche... un cochazo encima, que no sé para qué querrá ella una máquina como esa, que no sabrá ni qué hacer con tantos caballos... Y se baja y allí en medio, para que la vean bien todos, se cambia los zapatitos de tafilete, que con esos no se puede andar por el tajo, se coloca el chalequito, la mochilita que siempre lleva, la carpetita y ¡ale! ¡a incordiar al personal! Total, eso es lo que tiene que hacer, incordiar, porque como es no se qué de prevención pues anda por ahí a pillar al personal.
El otro día ya la vi cuando llegaba, así que era cuestión de tiempo encontrármela en algún sitio... y ya me estaba mosqueando, porque es algo que me toca las narices, que me anden controlando el curro, como si no supiera yo de sobra lo que hay que hacer, para que venga ahora una niñata a decirme lo que tengo que hacer.
_ ¡Oye Puras! _ me dijo caminando hacia mi _ para usar el esmeril ponte gafas.
¡Gafas! para hacer esto ¿gafas? ¡si esto lo hago yo con los ojos cerrados! y total...
_ Nada, Jefa _ contesté _ es un momentín, tengo que afilar la punta de esta broca _ y sonreí mientras mi mano agarrando la broca bajó lentamente hasta mi bajo vientre, osea, mis partes pudendas... Nada, una bromita. Pero la puñetera de ella me echó una risa torcida y dijo enérgicamente: _ ¡Ponte las gafas!
Y siguió su camino.