Hace más de veinticinco años que conocí a Tina. Era una asamblea de mujeres de CCOO y allí junto a otras, relataron cómo el mundo y la vida las llevaron a la clandestinidad en los oscuros años del franquismo, en pos de un sueño de justicia y solidaridad en el que apostaron la vida, la libertad, la integridad física y moral y el miedo. Miedo a ser descubiertas, delatadas, detenidas, torturadas... Miedo a la represión atroz, cruel y salvaje de las hordas fascistas de esta España nuestra.
No soy, desde luego, quien mejor puede relatar las penurias y victorias, la rebeldía y la lucha de Tina, pues otras personas la conocieron y la trataron mucho más que yo. Sin embargo siento un cariño hondo por esta mujer de sonrisa tímida y fácil, de gesto humilde y convicciones profundas que nos ha dejado hoy, este día gris asturiano.
Decía Tina que su nombre clave cuando era corresponsal de Radio España Independiente, era Amapola. Por ella y por otras como ella que lucharon por la libertad con miedo pero con valentía, el cielo asturiano llora y despide a Tina con un ¡hasta siempre!
Frambuesa triste.
Frambuesa triste.
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