Era un chiste, aquel que decía que uno le decía a otro: ¡vaya día que llevamos tu y yo! a ti se te muere tu madre y yo perdí el boli..
Incomparable ¿verdad?. Este chiste tan malo me viene a la cabeza cada vez que oigo hablar de los hombres maltratados, Haberlos haylos, claro, pero es incomparable.
Ni seré yo la que compare o ponga en duda que los hombres sufran maltrato (aunque a menudo lo sufren a mano de otros hombres, varones), ni que sientan vergüenza o humillación, ni que tengan miedo o no se atrevan a denunciar... igual que ellas, las mujeres, pero es incomparable porque son valores subjetivos, individuales, inmensurables.... y aún así, hay quienes se atreven a compararlos y muchas veces a sobrevalorarlos por encima de esos mismos sentimientos que puedan tener las mujeres que sufren violencia. ¿quién no ha oído eso de que por ser hombres lo tienen peor para denunciar sus casos?
Sin embargo, cada vez que señalamos la innegable violencia que se ejerce sobre las mujeres en cualquier ámbito, aparecen las voces que juzgan la veracidad o fiabilidad de lo que señalamos como machista. Así, habitualmente nos dicen que exageramos, que lo sacamos todo de contexto, que no aceptamos una broma o un cumplido, que tergiversamos la realidad para hacerla encajar en nuestras paranoias sexistas, que ahora los hombres tienen las de perder porque una palabra suya (de la mujer) basta para meterles en la cárcel y arruinarles la vida y muchas mujeres, malas, porque somos malas sin paliativos, utilizan la mentira para acusarles bajo falso testimonio de haberlas maltratado.... para arruinarles la vida... y que también hay hombres maltratados que sufren doblemente porque son hombres.
Sin duda existen, pero su incidencia en el porcentaje social es incomparable. Sin embargo la clara incidencia de la violencia hacia las mujeres, con el resultado de más de una mujer asesinada a la semana, cada año, una cifra innegable, asesinadas de las peores maneras, con una brutalidad y crueldad evidentes (a cuchilladas, a golpes, estranguladas, quemadas, ahogadas, a tiros, despeñadas...) en sus casas, en plena calle, ante la mirada de sus hijos e hijas, a veces menores, en ocasiones también asesinando a sus hijos e hijas, o a sus madres, hermanas, novios, amigas, amigos o maridos de sus ex mujeres; y los asesinatos es la evidencia sangrienta de una vida de malos tratos...y cuántas hay, en estos instantes, sufriéndolos....pues pasa todo esto, que no inventamos y siempre aparecen las voces que pretenden igualar la violencia: la sufren los hombres y las mujeres y eso es malo igual para unos que para otras, olvidando o ignorando que existe todo un sistema criminal que somete a las mujeres a una posición de inferioridad y subordinada a los hombres y que lleva ejerciendo ese sometimiento a sangre y fuego desde los siglos de los siglos: el patriarcado, dicho de otra forma, aquí mando yo que para eso soy el hombre.
"La maté porque era mía" está muy vigente aún en nuestro país y era habitual que cualquier hombre maltratara, humillara o matara a su mujer porque hasta en el código penal existían atenuantes que justificaban el delito, basándose en la autoridad natural que el marido tenía sobre su esposa, que es la misma que los hombres tienen sobre las mujeres. Por eso dan mayor credibilidad y peso a las poquísimas denuncias falsas de las mujeres frente a las miles que se interponen cada año, por no hablar de las miles y miles que las mujeres no ponen, o ponen y luego retiran, por miedo a desafiar la autoridad, porque, a pesar de lo que se dice, tienen, muchas veces, las de perder.
Por eso, frente a la sangrienta cifra de mujeres asesinadas y maltratadas, se antepone como un moscón de finales de otoño, la triste, a la par que innegable, historia de los hombres víctimas de mujeres violentas...y no es lo mismo porque los hombres carecen de la arraigada cultura del sometimiento y la indefensión aprendida en que nos desarrollamos las mujeres. Y esto es como comparar perder un boli o una madre.
Frambuesa de noviembre.
Sin duda existen, pero su incidencia en el porcentaje social es incomparable. Sin embargo la clara incidencia de la violencia hacia las mujeres, con el resultado de más de una mujer asesinada a la semana, cada año, una cifra innegable, asesinadas de las peores maneras, con una brutalidad y crueldad evidentes (a cuchilladas, a golpes, estranguladas, quemadas, ahogadas, a tiros, despeñadas...) en sus casas, en plena calle, ante la mirada de sus hijos e hijas, a veces menores, en ocasiones también asesinando a sus hijos e hijas, o a sus madres, hermanas, novios, amigas, amigos o maridos de sus ex mujeres; y los asesinatos es la evidencia sangrienta de una vida de malos tratos...y cuántas hay, en estos instantes, sufriéndolos....pues pasa todo esto, que no inventamos y siempre aparecen las voces que pretenden igualar la violencia: la sufren los hombres y las mujeres y eso es malo igual para unos que para otras, olvidando o ignorando que existe todo un sistema criminal que somete a las mujeres a una posición de inferioridad y subordinada a los hombres y que lleva ejerciendo ese sometimiento a sangre y fuego desde los siglos de los siglos: el patriarcado, dicho de otra forma, aquí mando yo que para eso soy el hombre.
"La maté porque era mía" está muy vigente aún en nuestro país y era habitual que cualquier hombre maltratara, humillara o matara a su mujer porque hasta en el código penal existían atenuantes que justificaban el delito, basándose en la autoridad natural que el marido tenía sobre su esposa, que es la misma que los hombres tienen sobre las mujeres. Por eso dan mayor credibilidad y peso a las poquísimas denuncias falsas de las mujeres frente a las miles que se interponen cada año, por no hablar de las miles y miles que las mujeres no ponen, o ponen y luego retiran, por miedo a desafiar la autoridad, porque, a pesar de lo que se dice, tienen, muchas veces, las de perder.
Por eso, frente a la sangrienta cifra de mujeres asesinadas y maltratadas, se antepone como un moscón de finales de otoño, la triste, a la par que innegable, historia de los hombres víctimas de mujeres violentas...y no es lo mismo porque los hombres carecen de la arraigada cultura del sometimiento y la indefensión aprendida en que nos desarrollamos las mujeres. Y esto es como comparar perder un boli o una madre.
Frambuesa de noviembre.