5 de mayo de 2013

¡ay, mi madre!

Fecha señalada. ¡Ay! ¡las madres! ¡nuestras madres! Sobre madres nunca hay suficientemente escrito y, a la vez, está todo escrito.
Por estas fechas, los estereotipos vuelan por el alto cielo propagandístico y se subliman en maravillosas gotas que, en ocasiones, rayan la santidad.
Y los regalos. Desde la plancha al spa, pasando por el aifon, el emepetrés o el ibu (libro electrónico), sin olvidarse de las mil cremas y potingues que nos dejan maravillosas, o el conjunto de lencería, el perfume, amén de los accesorios... ¡todo un negocio! Una vez más, capitalismo y patriarcado actuando juntos, sin piedad, y hasta parece bonito.
Reportajes a todo color en las revistas semanales, preciosas fotos de madres bellas, historias de madres abnegadas, generaciones de madres, abuelas, hijas... Madres famosas con hijas famosas, de familias de renombre, de cuna, reales... Modelos de mujeres madres, perfectas, consumidoras selectas.
Los folletos de los supermercados, grandes almacenes y tiendas varias, se llenan de ofertas para ella (¡compre, compre, compre!), los menús de los restaurantes especiales por el día de la madre. 
Es tradición comer en casa de la madre (un año mi madre y al siguiente mi suegra), y la tradición ha de preservarse. La familia se reúne alrededor de la madre, muchas han preparado laboriosas comidas durante  horas  para comer ese domingo en casa.
Por eso es raro y difícil no querer ser parte de todo eso. Y yo, no quiero.
No quiero cocinar para reunir alrededor de mi mesa a mi familia porque es mi día.
No quiero que mi hijo tenga que andar buscando un regalo por las tiendas porque tiene que regalarme algo en mi día. Y en todo caso, no quiero un regalo caro. Y bajo ningún concepto quiero que mi marido me regale nada el día de la madre (¿qué te regaló tu hijo? y tu marido ¿te compró algo? No soy su madre ¿ por qué habría de regalarme nada? porque eres la madre de su hijo...) es una historia que no comparto en absoluto, me resulta absurda y sospechosa.
No quiero pagar el menú de domingo 2 euros más caro porque es mi día.
No quiero tener que viajar, porque es tradición, a ver a mi madre porque es su día, pero como también es el mío y tengo que contar con mi familia porque para eso, yo también soy la madre,, pues ya tengo un conflicto (y eso que es mi día..) Y no quiero ni pensar en el  "a casa de tu madre o a casa de la mía", que es un conflicto de los tradicionales que afortunadamente pude eludir.
No quiero que la tradición y los estereotipos me amarguen el día de la madre y cada año lo mismo...
¿Entonces? ¿Qué sentido tiene el día de la madre? No lo tengo claro. Se que es un día en el que para mí, el mejor regalo es que mi hijo y yo nos abracemos unos instantes mientras me dice: feliz día mamá. Y se que esos instantes son únicos cada vez, porque van pasando los años y cada vez es diferente. Y nunca sabemos cuan difícil podría llegar a ser, en el futuro, abrazarnos unos instantes, aunque sea una vez al año. Hay tanta gente que no puede hacerlo y qué no daría por poder dar o recibir ese abrazo. Eso pienso cuando es el día del padre, porque el mío ya no está.
Para mi, ser madre, es un giro que tomó mi vida el día que nació mi hijo y que se trata de una experiencia compleja que tiende a confrontar todo lo que me conformó como persona, pues todo cambia al plantearlo desde la perspectiva de ser madre (y también de construcción de familia). Y lo demás es todo oropel y vanidad.
Un poema, una flor, un dibujo, un beso.

           
                                                                   (Foto: Iana)
Mamá Frambuesa.




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