14 de mayo de 2013

Un café con Mapy Artidiello

Mapy Artidiello Pérez es la Secretaria de Mujer y Cultura de CCOO de Asturias desde el pasado mes de Enero en que asumió ésta responsabilidad. Proviene del sector agroalimentario en el que trabajó durante 12 años. En 2001 comenzó su andadura sindical como representante de CCOO, más tarde en la Comisión Ejecutiva de Siero-Piloña en la que, en 2004, es nombrada Secretaria de Mujer en la comarca. Posteriormente se incorpora a los grupos de extensión de la Federación de Industria en la que también asumió la Secretaría de Igualdad.


1.- ¿Cómo enfrentas tu nueva responsabilidad al frente de la Secretaría de Mujer y Cultura de CCOO de Asturias?

Con humildad y con ilusión. Con humildad porque es un reto importante que asusta un poquito, porque vengo de una Federación donde el trabajo es más limitado  a la problemática de esa Federación, sin embargo este es un ámbito más amplio de trabajo. Con ilusión porque me gusta el campo en el que voy a trabajar y el equipo de personas con el que compartiré trabajo estos cuatro años.


2.- ¿Qué aspectos de tu próximo trabajo consideras más relevantes?

Todo, pero si he de destacar uno, tal vez el conseguir que las personas que tienen responsabilidad en las mesas de negociación consideren que los Planes de Igualdad son parte importante en la Negociación Colectiva, trabajar en conjunto con la Secretaría de Acción Sindical para que se corrija esa tendencia a no ser valorados en su justa medida. 


3.- ¿Crees que aún es necesaria la existencia de las secretarías de mujer en CCOO? ¿Por qué?

Las Secretarías de la Mujer son necesarias por varias razones: las mujeres nos hemos incorporado al Sindicato más tarde que los hombres, en sus inicios apenas teníamos presencia, y eso ha hecho que no se nos visualice, y con ello los problemas a los que nos enfrentamos en nuestro ámbito de trabajo. Por otra parte, son un instrumento más de defensa de la igualdad, ya que hay quienes aún no ven la desigualdad como un problema de consecuencias terribles, y también es reflejo  de la educación de la sociedad.


4.- ¿crees que hay una visión sindical distinta de las mujeres? ¿En qué aspectos? y en ese caso ¿cómo podría el sindicato adoptar esa visión?
Según en que temas, hay contenidos que por principios sindicales compartimos, y luego otros que discrepamos, como ejemplo, para negociar las horas de trabajo es imprescindible identificar cómo se distribuye el tiempo de trabajo, mirar que la vida y el trabajo tiene que funcionar simultáneamente, y esto nuestros compañeros aún no lo ven.
Por regla general las mujeres somos menos excluyentes, tenemos una visión más amplia de la problemática, no nos cerramos ante una idea con tanta facilidad como nuestros compañeros. Y eso nos da una baza más a la hora de afrontar problemas que se nos presentan.
Esta visión se tendrá en cuenta cuando las responsabilidades sean para todas las personas por igual en ambos ámbitos. “Lo que no se conoce no se puede defender”


5.- ¿Qué papel consideras que debemos tener las mujeres de CCOO en el sindicato?

Debemos tener más presencia, más en las mesas de negociación, más en secretarías que hasta el momento son de generalizada hegemonía masculina. Tener el peso y la voz que haga que cambie esta visión parcelaria de la contribución de las mujeres al Sindicato.

6.- ¿qué piensas como mujer y sindicalista ante las noticias de la prensa?

Creo que en las redacciones de muchos medios de comunicación hace falta más formación en igualdad de género y uso de lenguaje no sexista. Puedo reconocer que a veces cuesta más hacer una noticia cuidando el lenguaje no excluyente, pero pienso que todo es cuestión de práctica. Y en casos de violencia, a veces, es terrible, cómo caen en prácticas que pueden ser muy periodísticas pero que hieren, y ante todo hay que saber respetar.



5 de mayo de 2013

¡ay, mi madre!

Fecha señalada. ¡Ay! ¡las madres! ¡nuestras madres! Sobre madres nunca hay suficientemente escrito y, a la vez, está todo escrito.
Por estas fechas, los estereotipos vuelan por el alto cielo propagandístico y se subliman en maravillosas gotas que, en ocasiones, rayan la santidad.
Y los regalos. Desde la plancha al spa, pasando por el aifon, el emepetrés o el ibu (libro electrónico), sin olvidarse de las mil cremas y potingues que nos dejan maravillosas, o el conjunto de lencería, el perfume, amén de los accesorios... ¡todo un negocio! Una vez más, capitalismo y patriarcado actuando juntos, sin piedad, y hasta parece bonito.
Reportajes a todo color en las revistas semanales, preciosas fotos de madres bellas, historias de madres abnegadas, generaciones de madres, abuelas, hijas... Madres famosas con hijas famosas, de familias de renombre, de cuna, reales... Modelos de mujeres madres, perfectas, consumidoras selectas.
Los folletos de los supermercados, grandes almacenes y tiendas varias, se llenan de ofertas para ella (¡compre, compre, compre!), los menús de los restaurantes especiales por el día de la madre. 
Es tradición comer en casa de la madre (un año mi madre y al siguiente mi suegra), y la tradición ha de preservarse. La familia se reúne alrededor de la madre, muchas han preparado laboriosas comidas durante  horas  para comer ese domingo en casa.
Por eso es raro y difícil no querer ser parte de todo eso. Y yo, no quiero.
No quiero cocinar para reunir alrededor de mi mesa a mi familia porque es mi día.
No quiero que mi hijo tenga que andar buscando un regalo por las tiendas porque tiene que regalarme algo en mi día. Y en todo caso, no quiero un regalo caro. Y bajo ningún concepto quiero que mi marido me regale nada el día de la madre (¿qué te regaló tu hijo? y tu marido ¿te compró algo? No soy su madre ¿ por qué habría de regalarme nada? porque eres la madre de su hijo...) es una historia que no comparto en absoluto, me resulta absurda y sospechosa.
No quiero pagar el menú de domingo 2 euros más caro porque es mi día.
No quiero tener que viajar, porque es tradición, a ver a mi madre porque es su día, pero como también es el mío y tengo que contar con mi familia porque para eso, yo también soy la madre,, pues ya tengo un conflicto (y eso que es mi día..) Y no quiero ni pensar en el  "a casa de tu madre o a casa de la mía", que es un conflicto de los tradicionales que afortunadamente pude eludir.
No quiero que la tradición y los estereotipos me amarguen el día de la madre y cada año lo mismo...
¿Entonces? ¿Qué sentido tiene el día de la madre? No lo tengo claro. Se que es un día en el que para mí, el mejor regalo es que mi hijo y yo nos abracemos unos instantes mientras me dice: feliz día mamá. Y se que esos instantes son únicos cada vez, porque van pasando los años y cada vez es diferente. Y nunca sabemos cuan difícil podría llegar a ser, en el futuro, abrazarnos unos instantes, aunque sea una vez al año. Hay tanta gente que no puede hacerlo y qué no daría por poder dar o recibir ese abrazo. Eso pienso cuando es el día del padre, porque el mío ya no está.
Para mi, ser madre, es un giro que tomó mi vida el día que nació mi hijo y que se trata de una experiencia compleja que tiende a confrontar todo lo que me conformó como persona, pues todo cambia al plantearlo desde la perspectiva de ser madre (y también de construcción de familia). Y lo demás es todo oropel y vanidad.
Un poema, una flor, un dibujo, un beso.

           
                                                                   (Foto: Iana)
Mamá Frambuesa.